martes, 9 de febrero de 2016

El bastón: marcando el paso de un caballero

Complemento del vestuario masculino, cuyo uso tuvo su apogeo durante el siglo XIX, el Bastón ha acompañado al ser humano en su evolución desde el principio de los tiempos: desde su uso habitual y funcional como apoyo, elemento de medida o arma de defensa, hasta usos y significados mas complejos como instrumento de juego, artículo mágico e instrumento ritual, insignia de autoridad y mando o signo de dignidad y estatus. 
Si bien se define al bastón como una especie de vara hecha de madera (aunque también puede ser de otros materiales) que se lleva en la mano para apoyarse en él y mantener el equilibrio, en el mundo simbólico, el bastón presenta una dualidad, como apoyo y como instrumento de castigo.
El uso del bastón como complemento del vestir del caballero victoriano, 
desde el período Regencia hasta la moda Eduardiana

Con el tiempo el bastón se convirtió en un signo de distinción de la aristocracia europea, el bastón pasó a ser una pieza imprescindible de la moda de la época, y muchos retratos de personajes eminentes aparecen acompañados de bastones. Aquellos que prescindían de su utilidad para facilitar el caminar optaron por bastones mas delgados, sobre todo para asistir a eventos o para realizar paseos. Napoleón fue un amante de los bastones y contó con una importante y elaborada colección.
Prendas pertenencientes a Napoleón Bonaparte que se intentaron subastar en 2014, 
entre las que se cuentan la camisa de batista bordada a mano con la inicial de la letra N que el Emperador llevó la víspera de su deceso, un mechón de pelo cortado el 5 de mayo 1821- el mismo día de su muerte- vendas, pañuelos y su bastón de marfil.

El aumento de la demanda provocó que hacia 1851, Hamburgo, Viena y Berlín se convirtieran en estratégicos centros de creación de bastones, con numerosos empleados dedicados a su elaboración. La familia Meyers se especializó en maderas y diseños procedentes de China, países árabes y especialmente Egipto, consiguiendo imponer una moda en París, Londres, Nápoles o Madrid. 
Hacia finales del siglo XIX, una tienda inglesa podía llegar a vender más de medio millón de bastones en un año y más de 4.000 personas trabajaban en la creación de bastones en Inglaterra. América, Australia, Sudáfrica y Jamaica se convirtieron en los principales suministradores de maderas como materia prima para la creación de bastones. 
Tienda de bastones y paraguas James Smith & Sons fundada en 1830 por James Smith.
Desde 1857 su tienda victoriana de New Oxford street es una auténtica leyenda 
y ha permanecido inalterada durante más de 140 años.

El bastón como arma
Dentro de su uso como arma de combate y defensa del caballero victoriano basta recordar los muscadins o los Incroyables y sus peleas callejeras  a bastonasos con los sans-culottes


Pero a lo largo del siglo XIX evolucionaría esta lucha con bastones hasta elevarlo a un arte. Así aparecen el Canne de combat o el baritsu.
El Bastón de combate (canne de combat) es un arte marcial francés que utiliza un bastón de madera como arma.
El combate con bastones tiene sus orígenes en la edad media; pero fue practicado, reglamentado y perfeccionado por nobles franceses en el siglo XIX como medio de defensa contra ataques de forajidos.
El bartitsu es un arte marcial mixto y un método de defensa personal desarrollado originariamente en Inglaterra durante los años 1898-1902, por el ingeniero británico Edward William Barton-Wright, tras un período de residencia en Japón. En 1901 fue inmortalizado (como "baritsu") por sir Arthur Conan Doyle, su nombre deriva de la contracción del apellido de su creador  y de "jujitsu".

Modelos de bastones del Siglo XIX
Además de la incorporación de cada vez más numerosas y variadas maderas procedentes de distintas especies de árboles, comenzaría la elaboración de bastones usando materiales exóticos como marfil, caparazones de tortuga, cuernos de rinoceronte, huesos de animales y pieles de serpiente, entre otros.

Los bastones exhibían hermosas tallas e incrustaciones en la vara, combinando distintos tipos de madera o metales. No obstante los había realizados en otros materiales como marfil o hueso, por ejemplo el uso de costillas de ballena o vértebras de tiburón que eran una labor típicamente naval, y solían encargarse por los capitanes de barco y sus oficiales para lucirlos cuando llegaban a tierra.

Bastones del siglo XIX realizados en materiales exóticos 
(Bastón de asta cuerno mango asta y discos cortados de varias tonalidades flexible, 
Bastón asiático de caña de bambú pomo hecho raíz de bambú tallado bulldog ojos de vidrio, 
Bastón costilla de ballena, Bastón asiático de hueso tallado, bastón de vértebras de tiburón)



En cuanto al puño del bastón, allí se exhibía la personalidad de quien lo portaba. Desde los clásicos puños curvos u horizontales, hasta piezas de gran diseño realizados por orfebres y artesanos, en maderas, metales, porcelana esmaltada, e inlcuso marfil o jade.


Algunos puños incluían accesorios como brújulas o catalejos.

Entre los diseños mas populares se encontraban las tallas con inspiración en distintos animales (desde las cabezas de sus mascotas como perros y gatos, caballos y patos para los amantes del campo, o animales exóticos, populares entre comerciantes y viajeros).

También los había con pequeños bustos, que retrataban al portador o en alusión a algún personaje célebre de la época. La conciencia victoriana sobre la mortalidad humana y la creencia en la vida eterna hizo de las calaveras una figura recurrente en los puños de bastones, constituyendo un recordatorio visual de la fragilidad de la vida.

Menos populares, y quizás para caballeros mas excéntricos, había tallas en marfil o metal, con figuras femeninas, seres mitológicos, personajes caricaturescos o de inspiración asiática. Algunos incluían sorpresas, como al quitar la mano del puño, develar un escena erótica.
El bastón no sería solo un signo de distinción de las clases más adineradas. Los hombres del campo los usaban en tareas de pastoreo, los mayores para facilitar el caminar, y una gran cantidad de damas y caballeros para realizar actividades al aire libre como paseos y excursiones, senderismo y deportes.


Un nuevo bastón para Mr. Grantham
Ya hace un tiempo pude adquirir un bastón  con puño de bronce con forma de pato, por el grosor de la vara y la contera de goma es ideal para paseos, pero desde hace tiempo ando buscando uno mas delgado y elegante como para asistir a eventos sociales.

Puesto que en Argentina los bastones se consiguen principalmente en casas de ortopedia, es bastante difícil encontrar modelos que se adecuen a una recreación victoriana, por internet hay algunos anticuarios y coleccionistas que los venden, pero los precios son elevados. Asique viendo algunos modelos que me gustaron decidí hacerme un bastón.

Utilicé una varilla de pino de 85 cm de largo, una pieza torneada de madera para la contera y masilla epoxi para moldear el puño.

Primero realicé la forma básica  en masilla, inspirándome en el modelo de puño con un busto que retrataba al portador. 
Una vez que endureció moldee los detalles como el cravat, los rasgos faciales y el cabello.
Finalmente para darle un aspecto a marfil, lo pinté con varios tonos de acrílico del blanco al siena, y luego le di una capa ligera de tinta de lustre para madera, para acentuar su aspecto envejecido. Con la misma tinta pinté la varilla para oscurecerla y darle un poco de brillo, y realicé un detalle en la base del busto y en la contera en dorado.
Etapas de la realización del puño: 
(Moldeo del busto,realización de detalles y pintura)

El resultado es un delicado bastón ideal para asisitir a paseos en la ciudad o a salones informales, que inmortaliza el paso de Mr. D.H. Grantham por el mundo del recreacionismo victoriano.
Bastón terminado y detalle del puño


viernes, 5 de febrero de 2016

Carnavales y Bailes de máscaras

Por estas fechas se celebra el Carnaval, una de las fechas favoritas de mi infancia, en la que los personajes de mundos de fantasías y sueños invadían las calles. Ahora guardo la ilusión de asistir a un baile de disfraces o máscaras victoriano, y también un poco de recuperar esa hermosa tradición de las fiestas de Carnaval.

Baile de disfraces para celebrar el Jubileo de Diamante de la reina Victoria, el 2 de julio de 1897
1. El  Duque y la Duquesa de York (Futuros George V y Mary) con prendas isabelinas- 
2. Spencer Compton Cavendish 8ºDuque de Devonshire como el Emperador Carlos V-
3. La Princesa de Pless como la Reina de Saba- 
4.El 1º duque de Fife y la princesa Louise, Duquesa de Fife en trajes del período de Enrique II-
5. Mme Tessier, Miss Barnard and Mr. de St-Phalle - 6.Lady Paget como Cleopatra


El carnaval es una celebración que tiene lugar inmediatamente antes del inicio de la cuaresma cristiana(entre febrero y marzo según el año), y aunque la Iglesia no lo admite como celebración de tono religioso, está asociado con los países de tradición católica.

A comienzos de la Edad Media la Iglesia Católica propuso una etimología de carnaval: del latín vulgar carnem-levare, que significa “abandonar la carne” (prescripción obligatoria durante la cuaresma), aunque con el tiempo el carnaval se ha convertido en una fiesta popular de carácter lúdico, combinando algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol. En sus inicios, probablemente con un cierto sentido del pudor propio de la religión, el Carnaval era un desfile en que los participantes vestían disfraces y usaban máscaras.

Por extensión se llaman así algunas fiestas similares en cualquier época del año.

Estas reuniones, festividades de Carnaval, eran acompañadas desde el siglo XV por entradas alegóricas cada vez más elaboradas, desfiles y procesiones triunfales con el fin de celebrar matrimonios y otros acontecimientos dinásticos de la vida cortesana medieval, hasta convertirse en fiestas populares de durante el Renacimiento en Italia. Por lo general eran elaborados bailes para los miembros de las clases altas y resultaron especialmente populares en Venecia.

1. El minué (Giandomenico Tiépolo, 1756) - 2. Escena de Carnaval (Giandomenico Tiépolo, 1750) 
3. Baile de mascaras siglo XVIII - 4. Il Ridotto (Pietro Longhi, c.1750)
5. El entierro de la Sardina (Francisco de Goya, c.1812)- 6. Baile en Máscara (Luis Paret y Alcázar, 1767)

Este tipo de fiestas se extendieron a toda Europa continental en los siglos XVII y XVIII, a veces con resultados fatales. Gustavo III de Suecia fue asesinado en un baile de máscaras por el noble descontento Jacob Johan Anckarström, evento en el que se basa la ópera de Verdi "Un ballo in maschera".

Puesta de "Un ballo in maschera" de Giuseppe Verdi (Teatro Municipale Giuseppe Verdi di Salerno 2010)


Durante el siglo XIX un Carnaval o baile de máscaras (Masquerade ball o Bal Masqué) era un acontecimiento en el cual los participantes asistían en trajes de disfraz usando una máscara (no debe confundirse con la palabra masqué, “mascarada”, un desfile cortesano guionado y cantado).

Baile de trajes en el Palacio de los Duques de Fernán-Núñez, 1884.

En la sociedad decimonónica los disfraces y las máscaras fueron algo habitual en especial en las clases altas a las que les complacía realizar obras teatrales caseras y celebrar bailes.
Los bailes de máscaras eran establecidos como un juego entre los invitados. Los asistentes enmascarados estaban vestidos supuestamente para no ser identificables. Esto crearía un tipo de juego para ver si un invitado podía determinar las identidades de los demás. Esto añadía un efecto humorístico a muchas mascaradas y permitía una versión más divertida de los típicos bailes, contando entre los principales adeptos a estas prácticas a la nobleza y la burguesía, quienes lo aprovechaban como la ocasión perfecta para la ostentación y el alarde de su poder adquisitivo.

Duques de Fernán-Núñez en el baile de Disfraces organizado por ellos en 1863.

Las clases populares compartían estos gustos, y si bien se reunían en bailes públicos, los carnavales y el uso de disfraces gozaban de gran aceptación, puesto que el disfraz permitía dar rienda suelta a comportamientos mal vistos porque ocultaba la identidad de quien lo llevaba, posibilitando ampararse en el anonimato. No resultaba difícil a los disfrazados dejar de lado el decoro y la moral transitoriamente.

"Salida de un Baile de Máscaras" José García Ramos, 1905.

1. Baile de máscaras en la ópera, Édouard Manet (1873) 2. El baile de máscaras,Charles Hermans (c.1880) 
3. Baile de máscaras- 4. Tarde de carnaval en la alameda, Ignacio Pinazo (1889)
5. El baile de la ópera, Henri Gervex (1886).


Los trajes inspirados en personajes históricos eran muy populares entre las clases altas, y para asistir a este tipo de bailes se documentaban sobre modas pasadas para encargar sus trajes, llegando a pagar grandes sumas incluso a grandes modistos, aunque la rigurosidad histórica de algunas modas quedaba sujeta al capricho y fantasía de los enmascarados victorianos.



“A decir verdad, la moda se preocupa muy poco de la exactitud histórica, y comete los mayores anacronismos, con tal que sus creaciones sean del gusto de las mujeres elegantes; siéndole indiferente que la gola Enrique IV adorne un corpiño Luis XVI, y la corbata Directorio guarnezca un traje Luis XV. El eclecticismo es su regla; saca sus modelos de todos los siglos, y asimila todas las formas, todos los adornos, todos los caprichos, todo el lujo del pasado… la diversidad que resulta de semejante amalgama permite a cada cual elegir lo que mejor le sienta… Dejemos, pues, a los amantes de la cronología y del color local que se lamenten de lo que ellos llaman nuestras licencias históricas y vistámonos como mejor nos plazca, con tal de que sea con buen gusto y sin extravagancia.”


Vizcondesa de Castelfido (La Moda Elegante, 1880)

1881. La moda elegante ilustrada. Trajes de máscaras 



Edad Media. Corpiño escotado formando punta por delante y redondo por detras, de raso encarnado bordado de oro. Sobrefalda de cachemir blanco con un fleco de oro y seda. Falda de tafetán de color de rosa. Diadema de oro guarnecida de perlas, y velo largo de tul blanco. Brazaletes de oro y perlas. 

Cazadora Luis XV. Casaca de faya azul oscuro con vueltas de faya blanca y sardinetas doradas. Galón dorado á todo el rededor. Chaleco de raso blanco muy largo. Falda tableada de faya encarnada con un bies azul en su borde inferior y un encaje blanco puesto por debajo. Polainas de piel de gamo.

Albanés. Chaqueta abierta y muy corta de pañete azul, muy claro. Chaleco entreabierto sobre una camisa de hilo fino. Faja de seda encarnada. Falda corta y plegada de cachemir blanco. Calzón corto del mismo color de la chaqueta. Medias blancas. Capa larga color habano con fleco, echada sobre el hombro. Gorro encarnado con borla larga de seda. 

Caballero de la época Luis XIV. Jubón de terciopelo violeta acuchillado. Cuello blanco bordado, con mangas iguales. Gregüescos de faya del mismo color del jubón. Medias color de malva. Cintas color de oro en los gregüescos. Capita encarnada forrada de blanco. 

Dama del Renacimiento. Corpiño muy largo de seda verde cardenillo, escotado en cuadro y formando almenas en su borde inferior. Sobrefalda igual al corpiño y falda de raso blanco. 

Margarita (del Fausto). Vestido de cachemir color de aceituna y cachemir color de rosa. Corpiño con barretas y mangas anchas, que se estrechan desde el codo. Falda corta, lisa por delante y formando pliegues gruesos por detrás.

1880. La moda elegante ilustrada. Trajes de máscaras 


A lo largo de los siglos los bailes de máscaras se hicieron populares en la América colonial. Así como se desarrollaba esta práctica, comenzó a desarrollarse un importante movimiento anti-mascaradas que sostenía que esas fiestas alentaban la inmoralidad y la "influencia extranjera". 
El Carnaval, arribó a América asimilándose a los nutridos calendarios rituales de las poblaciones autóctonas, como una celebración destinada a exaltar los sentidos y las pasiones: un tiempo de libertad para hacer lo que no estaba permitido habitualmente. Esos días de Carnaval daban ánimo para las mayores audacias: declaraciones de amor, acercamiento entre desconocidos, etc.

1881. La moda elegante ilustrada. 

Mientras que la sociedad porteña desde el Siglo XVIII hasta mediados del XIX , imitando los hábitos cortesanos de España, se reunía en las casas de las familias mas ricas, mediante Tertulias y para estas fechas realizando Saraos (reuniones cuya finalidad era la diversión, con baile, música y conversación), los bailes de los negros y los festejos de esta fiesta pagana escandalizaban a las Damas de alcurnia.

Rosas y Manuelita presenciando el candombe, en 1836



Durante la segunda mitad del siglo XIX se introducirían los bailes sociales, y con ellos llegarían los bailes de máscaras, también llamados de Fantasía, y los desfiles de carnaval a las principales ciudades de Latinoamérica, como Buenos Aires o Santiago de Chile.



Montaje fotográfico con los asistentes al baile de disfraces de los Echaurren Herboso. Chile, 1885.

Las publicaciones más populares editaban extensos artículos con los disfraces,
 como las revistas chilenas Zig Zag y Familia, septiembre de 1912.


A fines del siglo XIX la Avenida de Mayo albergaba el desfile principal de Carnaval de la ciudad de Buenos Aires, por los bosques de Palermo  desfilaban carrozas, y los selectos clubes del Progreso y Jockey ofrecían bailes de disfraces para sus asociados.
La popular costumbre de bailar en los teatros llevó en 1936, a organizar un elegante baile de disfraces en el Teatro Colón.


El corso de las Flores, iniciado en 1887 por las damas de la Sociedad de Beneficencia como evento de caridad, se convirtió en poco tiempo en una cita obligada para los jóvenes. En Palermo, durante tres días, ellas se asomaban a los palcos y ellos recorrían el lugar arrojando flores a las elegidas.



Los corsos fueron los espacios más públicos, de ingreso libre, animados por mascaritas, carruajes y agrupaciones de jóvenes artistas de Carnaval.
Eran organizados por comerciantes y vecinos de distintas zonas de la ciudad.
La calle se engalanaba con banderines y guirnaldas que colgaban de vereda a vereda.

El Carnaval con sus corsos y bailes de disfraces o mascaradas congregaba a multitudes durante varias noches, los municipios otorgaban diversos premios a las mejores murgas y disfraces.

Los juegos fueron una ambivalente emoción de cada Carnaval. En corsos y bailes se usaban los pomos de estaño. Lanzaban débiles chorritos de agua con fragancias florales que, salvo error mojaban a personas del sexo opuesto. El agua fue el terror de los corsos, porque un solo chorrito podía arruinar los costosos trajes de disfraces. Reiteradamente, se prohibía arrojar agua, reemplazándola por flores, serpentinas o papel picado.
Los disfraces mas populares por entonces encontraban su inspiración en el circo, así como en Europa lo hacían en la Commedia dell’arte, como el Payaso (el popular payaso Pepino del Clown criollo José Podestá), el cocoliche (personaje cómico del sainete de principios de siglo XX), o los disfraces donde se confundía al humano con lo animal y lo masculino con lo femenino, como el Oso Carolina, el Mono Jacinto o el camello Federico.


José Podestá disfrazado de Cocoliche

Además de los disfraces inspirados en modas del pasado o los personajes de la Commedia dell'arte, había otros que tomaban animales e insectos como modelos, personajes fantásticos (como hadas, diablos, sátiros, etc.), o culturas exóticas (como China, Japón, India o Medio Oriente).

Mujer Murciélago - Hombre mosca - Mujer Abeja

Mujer Mariposa de primavera- Hada- Diablilla, Columbine y Japonesa

Fuentes:

http://nobleyreal.blogspot.com.ar/search/label/Carnaval
http://xn--casademuecasgarnata-23b.es/un-hobby-didactico-y-apasionante/los-bailes-de-disfraces-en-el-siglo-xix
https://es.wikipedia.org/wiki/Carnaval
"Censura en Carnaval" - La historia en foco por Felipe Pigna - Revista Viva- 26/02/2012