En esta oportunidad recreamos la moda diurna eduardiana de alrededor de 1905, y para ello organizamos un picnic en Puerto Madero, en la ciudad de Buenos Aires.
Ya me he referido a mi atuendo, tanto en lo que corresponde a confección como los usos que se le daban, sobre todo a la prenda que lo completa que es la Norfolk Jacket.
Arribé a Buenos Aires un día antes del evento para poder visitar otros sitios de interés. Comento esto porque fué en ese día que tuve la oportunidad de realizar una visita guiada por primera vez al Teatro Colón, el gran teatro lírico de la República Argentina, con tal suerte que al finalizar el recorrido me obsequiaron entradas para concurrir a un concierto de la Camerata Bariloche el día domingo con ubicaciones en tertulia. Imaginen mi alegría. El domingo aproveché el tiempo de espera para que comenzara la función para bocetar el Teatro desde mi ubicación en tertulia.
Luego-off-topic- me pasé el día de un lado a otro para concurrir a distintas actividades del BAFICI (Festival de Cine Independiente de Buenos Aires): una experiencia que hacía mucho quería tener.
Desde ya me disculpo por lo heterogeneo del registro fotográfico que compartiré, pero reúne fotografías de distintos participantes y fotográfos profesionales que nos acompañaron, y resumen lo mas significativo y pintoresco del evento.
Pero vayamos a las actividades del día Sábado que son las que atañen a la recreación propiamente dicha. Cerca del mediodía, por las puertas del Hotel Castelar en Avenida de Mayo, pasaron a buscarme Lady Evangeline y su marido Lord Jaimes (a quien le presté uno de mis sombreros: ¡AMO LOS SOMBREROS!), junto con Miss Dashwood y Sir Patrick, y de allí partimos cargados de cestas con todo lo necesario para realizar el picnic. Mi cesta viajaba desde Córdoba, llena de sabores locales para agasajar a los amigos porteños.
Pero vayamos a las actividades del día Sábado que son las que atañen a la recreación propiamente dicha. Cerca del mediodía, por las puertas del Hotel Castelar en Avenida de Mayo, pasaron a buscarme Lady Evangeline y su marido Lord Jaimes (a quien le presté uno de mis sombreros: ¡AMO LOS SOMBREROS!), junto con Miss Dashwood y Sir Patrick, y de allí partimos cargados de cestas con todo lo necesario para realizar el picnic. Mi cesta viajaba desde Córdoba, llena de sabores locales para agasajar a los amigos porteños.
Por las calles recibimos desde miradas de desconcierto hasta comentarios de admiración, pasando por gente que nos pedía permiso para tomarnos fotografías. Pero si algo es seguro: no pasamos desapercibidos.
Otro tanto de eso hubo en el Subte (Metro) hasta llegar a inmediaciones de Puerto Madero. El sol ya estaba en el cénit, lo que me hizo feliz porque no se podía pedir mejor clima para realizar un picnic, pero me incomodaba a la vez, puesto que mi chaqueta estaba realizada en lana, y el calor se hacía sentir. Así es que el trayecto hasta llegar al punto de reunión fue una mezcla de alegría y expectativa con un calvario.
Ya en uno de los parques de Puerto Madero nos esperaban Mr. Sebastian Michaelis (a.K.a. Lord Byron) y Miss Sybil. Sebastian, en su rol de Mayordomo, nos esperaba con té y budín para amenizar la llegada.
Ya en uno de los parques de Puerto Madero nos esperaban Mr. Sebastian Michaelis (a.K.a. Lord Byron) y Miss Sybil. Sebastian, en su rol de Mayordomo, nos esperaba con té y budín para amenizar la llegada.
Sebastian Micaelis
Dispusimos los manteles y acomodamos las cosas bajo la sombra del árbol. Allí se nos unieron Mme. De La Valliére y Miss Georgiana: puro encanto con sus sombreros!
Miss Georgina y Mme. de la Vallière
Nos convidamos tartas de verdura, pan de campo casero, encurtidos de verduras y pepinillos en vinagre, queso pepato y salame de Colonia Caroya, quesos blandos para untar, hojas de albahaca, uvas y bizcochos, jugos frutales y vino tinto.
Miss Dashwood y Lady Evangeline
En eso se fue el tiempo, entre charlas y fotografías, que ni tuvimos tiempo para releer algunos pasajes de “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust, ejemplar que había llevado Miss Dashwood.
Además de vivir algo así como en un sueño durante estos eventos, por la distancia que cobra la experiencia con la realidad, siempre son disparadores de fantasías. Y algo de eso hubo: el mítico Señor Tang, próspero agricultor, dueño de campos de frutales de donde extrae los jugos que bebimos durante el evento, y por supuesto toda su excéntrica corte, así como las posibles aventuras que nos reunirían a Sebastian y a Sir Marmaduke en tiempos victorianos. Pura decadencia.
También tendría la suerte de posar junto a un perro que estaban paseando y amablemente permitieron que fuera fotografiado junto a mí, para una postal que estimo por sobre todas.
Sir Marmaduke por Julio César Sousa
Ya de visita en la Fragata Sarmiento, anclada a unos metros de donde estábamos, nos disponíamos para realizar el registro fotográfico de grupo, además de visitar el museo que alberga.
Miss Dashwood, Sir Marmaduke, Lady Evangeline, Lord Jaimes, Sir Patrick,
Mme. de la Valière, Miss Georgiana y Mr. Micaelis por Jason Kung
Luego, en tierra firme, merendamos en un parque nuevamente. Un poco mas de charla y diversión, entre Té y confituras. Ya comenzaba a caer la tarde, y con los últimos rayos del día despedíamos los planes de Visitar la Corbeta Uruguay, anclada a unos metros, y la mítica Cervecería Munich, un ícono de la Belle Epoque porteña, que se encuentra cerca. Algo agotados por las actividades, pero felices por la experiencia, nos despedimos y partimos cada uno por su lado, abandonando tristemente el Siglo XIX hasta otra oportunidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario