La Novena Reunión
Anual de la Sociedad Victoriana Augusta fue pensada de una manera algo
particular con respecto a anteriores
eventos, siendo la primera vez que dos días consecutivos realizaríamos
recreaciones correspondientes a distintos períodos. Así se planeó recrear un
día el período victoriano hacia el año 1875, correspondiente a la moda polisón
y forma natural femenina, y al día siguiente el período Eduardiano, hacia el año
1905.
En otra oportunidad
narraré lo que aconteció el día sábado en Villa Ocampo, San Isidro, con motivo
de la primer actividad propuesta, pero ahora me centraré en la encantadora
reunión la compartida el día domingo con motivo de realizar la segunda parte de
la recreación.
El cronograma
planteaba una reunión de Té en el Café notable “Las Violetas” de la Ciudad de
Buenos Aires y luego un paseo en tranvía por el barrio de Caballito, pero
finalmente las actividades planteadas para la tarde se extendieron hasta la
noche.
Confitería "Las Violetas"
Me encantaría leer una reseña de la
condesa Skoczynska sobre lo acontecido este día, pues para ella las palabras
surgen virtuosamente, y es un placer leer cuanto escribe. Espero poder
compartir ese deleite, sin embargo no me queda otra por ahora más que ser yo
quien narre lo acontecido.
Ya hacía un par de
días que nos encontrábamos en Buenos Aires Miss Megan O´Conner, la condesa Anna
Ekaterina Skoczynska, y Monsieur Alekseij Rodchenko, con quienes nos alistamos
en el hotel para partir rumbo al barrio de Almagro. Nuestra querida amiga, la
señorita Alicia Acuña, quien se encontraba visitándonos, ayudaría con los
arreglos y peinados de las damas y serviría de dama de compañía a lo largo de
toda la jornada.
Como siempre algo
retrasados pues nos habíamos entretenido con los últimos arreglos y detalles de
nuestros atuendos, partimos rumbo a la cafetería, donde ya nos habían anunciado
que la anfitriona, Lady Evangeline Gordon, nos esperaba junto a Lord James y Miss Catherine, flamante fundadora del Club del libro de Jane Austen en Argentina.
Lord y Lady Gordon y Miss Catherine Keats
Sabiendo que la
cafetería en cuestión es un lugar muy concurrido los fines de semana, ya ibamos
preparados para recibir las miradas escrutadoras de las personas que se
encontrarían allí, situación que causó algo de nerviosismo e intriga por saber
cual sería la reacción de la gente, y que a lo largo de la jornada, nos iríamos
relajando al ver la buena acogida por parte de la gente hacia nuestras
actividades, y nuestra particular y elegante apariencia.
Efectivamente el lugar
estaba colmado, pero nos habían reservado una mesa junto a uno de los grandes
vitraux que decoran y filtran la luz del lugar, colmándola de la magia y el
colorido del Art Nouveau que supo embellecer la Belle Epoque.
A minutos de nuestra llegada se nos
uniría Madame Fernande y con algo de
atraso llegarían Doña Mariana y Don Darío.
Sr.Alekseij Rodchenko, Mlle. Tatiana, Miss Megan, Lord Jaimes, Mme. Skoczynska, Mr. Grantham, Don Darío
Reunidos en torno a la mesa
disfrutaríamos de una variada merienda llamada en la carta de la cafetería “Menú
victoriano”: feliz coincidencia.
Rescatando el espíritu de “La Columna
Augusta”, edición periódica de la Sociedad Victoriana Augusta, se me ocurrió
editar una gacetilla que proveyese una contextualización del período recreado.
Así, durante la merienda, compartí ejemplares fechados el 17 de Agosto de 1905,
en el que se presentaba a la Argentina en los albores del siglo XX, sumado a
una reseña del sitio que nos convocaba y algunas publicidades que resultaron de
interés de los lectores y disparadores de graciosos comentarios.
Tapa y contratapa de "La Columna Augusta"(1905)
Está de más decir que todos se veían
impecables en sus vestimentas, y los detalles en la confección de muchas de las
prendas era increíbles. A quienes nos interesan estos temas dedicamos largo
rato a apreciar apliques de encajes, realización de tablas y mangas, detalles
de volados y terminaciones, así como compartir experiencias de confección y
admirar los sombreros realizados.
Para mi fue muy grato recibir los
comentarios de felicitaciones por parte de mis compañeras a quienes admiro y de
quienes aprendo mucho, con motivo del vestido que realicé para Madame Anna. Es
el tercer vestido recreacionista que hago, pues me dedico sobre todo a la confección
de sastrería masculina, pero en verdad fue una experiencia que disfruté muchísimo.
Mr. Grantham y Mme. Skoczynska
Don Darío, Lady Evangeline, Miss Catherine, Mlle.Tatiana,Lord Jaimes,Mme.Fernande, M.Rodchenko,Doña Mariana, Miss Megan, Mme.Skoczynska y Mr. Grantham
Tras tomarnos algunas fotografías para
la columna social y el recuerdo, nos dirigimos a Caballito a la parada donde tomaríamos el tranvía,
medio de transporte usado por entonces como transporte publico, y que ahora
sirve para realizar un paseo turístico de gran interés patrimonial.
Desde 1980 se reimplantó este servicio histórico turístico de Caballito.
Al concluir el paseo, y puesto que
ya no quedaban mas actividades planificadas, propusimos ir a tomar un
refrigerio a otro café notable de la ciudad, el mítico Café Tortoni. Y aunque
algo cansados partimos hacia allá.
Algo anecdótico es que así vestidos
de ilustres eduardianos, tomamos el transporte público ante la mirada curiosa
de los demás pasajeros.
Nos presentamos al llegar al
Tortoni, y con la suerte con la que suceden muchas de las casualidades o los
eventos no planificados, pese a que el lugar estaba colmado y llegamos sin
previo aviso, nos recibieron encantados y nos reservaron un salón para que
dispusiéramos de él.
Miembros de la Sociedad Victoriana Augusta Argentina frente al café Tortoni
Muchas de las personas que se
encontraban allí nos pidieron tomarnos fotografías con ellos y accedimos de
buen modo. Algunos nos preguntaban “cuando empezaba el espectáculo” o si éramos
actores, a lo que respondíamos que se trataba de una recreación de época y les
hablábamos de la sociedad.
Allí ya muy relajados realizamos un
brindis, dirigimos palabras de agradecimiento y felicitaciones a los
anfitriones y gestores del evento, y soñamos un poquito con los que vendrán.
Se vé que las bebidas frías, como jarras
de cerveza o balones de sidra, despertaron nuestro espíritu lúdico y un poco
fuera de la etiqueta victoriana, nos divertimos imitando algunas coloridas
postales de antaño.
Luego llegarían las despedidas y
los abrazos, y mucho después las fotografías, los recuerdos y comentarios que evocan
esos momentos congelados en la imagen y tan vivos en la memoria.